lunes, 14 de diciembre de 2009

Reseña de Las Batallas en el desierto.


Las batallas en el desierto: una mirada al México de los 50´s

Faviola Esmeralda Solórzano Tena

PACHECO, José Emilio. Las batallas en el desierto. Ediciones Era. 14ª reimpresión. México. 2009. Pp. 68.

José Emilio Pacheco nació en la ciudad de México, el 30 de junio de 1939. Es considerado uno de los escritores más sobresalientes de la llamada “Generación de los años cincuenta”, en la que figuraban autores como Carlos Monsiváis, Sergio Pitol, Vicente Leñero, Juan García Ponce y Salvador Elizondo, entre otros. Pacheco no sólo cultivó el género de la narrativa, sino que también se destacó como ensayista, traductor, novelista, periodista y, sobre todo, como poeta. Fue reconocido desde joven debido a su trayectoria literaria, como hombre de letras, además de caracterizarse por su singular simpatía y modestia.

Como resultado de su erudición y su gusto por retratar a la cultura y sociedad mexicanas, surgen varias obras que el día de hoy cobran una relevancia y una trascendencia inigualable en el mundo de las letras mexicanas, entre las que destacan sus novelas Morirás lejos (1967) y Las batallas en el desierto (1981), además de sus libros de cuentos El viento distante (1963), El principio del placer (1972) y La sangre de Medusa y su obra Tarde o temprano (2000) en la que se incluye la mayor parte de su obra poética.

Dentro de la crítica hecha a su obra destacan los comentarios de Monsiváis, contemporáneo suyo e integrante de la generación de los 50´s, en los que afirma que en la obra de Pacheco hay un predominio de:

“(…) la pasión por la metáfora (…), el gusto por los relatos inesperados, el despliegue del poder de síntesis (…), el juego de analogías como espejos de la devastación, la alabanza jubilosa del paisaje. En poesía, ajusta sus dones melancólicos, su pesimismo que es resistencia al autoengaño, su fijación del sitio de la crueldad en el mundo, su poderío aforístico”.

Las batallas en el desierto es una novela breve, publicada en 1981 que narra la historia de Carlos, un niño cuya edad exacta nunca nos es revelada, pero podemos inferir que cuenta con aproximadamente 10 años de edad, perteneciente a una familia mexicana de clase media. El nudo de la narración tiene lugar cuando Carlitos se enamora de la madre de su mejor amigo de la escuela, Mariana (madre de Jim) y respondiendo a una necesidad angustiosa en él, decide declararle su amor, provocando con esto un rechazo y una represión absoluta hacia él, hacia sus actos y, por ende, hacia Mariana. Finalmente, Carlitos es cambiado de escuela por sus padres y empieza una nueva etapa de prosperidad para su familia. Luego de varios meses, Carlos se entera de que Mariana se había suicidado y la historia concluye con una reflexión por parte del personaje sobre todo lo que se ha perdido de ese “mundo antiguo” que él recuerda hasta la actualidad (momento de la enunciación).

Sobre el contexto en la obra: La obra denuncia de alguna manera todo el trasfondo político y social del país a mediados del siglo XX, desde el deficiente régimen de Miguel Alemán (1946 – 52) y la gran desigualdad social de la época, hasta el tema de la globalización y la incipiente modernización del país y la cultura popular que se gestaba en esos años (cine, música).

Otros aspecto que se ve reflejado en la obra tiene que ver con los estragos de la Segunda Guerra Mundial (1940 – 45), además de existir en la narración ciertas reminiscencias de otras luchas armadas que habían tenido lugar por aquellas década, tales como la Revolución Mexicana (1910 – 21) y la Guerra Cristera (1926 – 29).

De esta manera, la obra de Pacheco se antoja como un esbozo de la nación mexicana, durante el período presidencial de Miguel Alemán, como una ventana hacia ese recuerdo, hacia ese panorama de injusticia social que prevalece hasta nuestros días. Se trata de un esbozo que no es enteramente político ni costumbrista sino más bien socialmente descriptivo, ya que a través de su narración nos deja ver las actitudes y roles de los personajes inmersos en un escenario de corrupción y en un proceso de modernización que comienza a desvanecer el México tradicionalista para dar paso a uno más liberal, trastocado por los efectos de la globalización.

Aspectos formales de la obra se enumeran a continuación: la novela es un relato ulterior porque el presente de la narración se sitúa en un momento posterior a los hechos narrados (es el Carlos adulto el que narra su relato); por lo tanto se presentan constantemente en el relato, tanto analepsis como prolepsis; Pacheco utiliza el narrador en primera persona, autodiegético como protagonista; el tiempo de la historia es lineal, porque los acontecimientos narrados tienen una sucesión lógica en el tiempo (un orden cronológico), salvo esas pequeñas anacronías que nos recuerdan que es un relato ulterior y que rompen sutilmente con el curso del tiempo; los espacios son diversos, hay tanto abiertos como cerrados, aunque predominan los espacios cerrados. Se van creando atmósferas y ambientes de acuerdo a los estados de ánimo por los que va atravesando el personaje; predomina el estilo indirecto libre en la narración; resalta la presencia del discurrir de conciencia del personaje.

En cuanto al personaje de Mariana, podríamos decir que es el leitmotiv de la trama de la novela, ya que es quien, de manera pasiva, propicia el conflicto central de la misma, se nos presenta como una mujer joven (28 años), elegante y sumamente hermosa que además viene dotada de un extraordinario misterio, puesto que, en realidad, no sabemos nada sobre ella, quién es o de dónde viene, ya que los pocos datos que aparecen en la historia nos son dados por otros personajes que hablan de ella, pero que además lo hacen de una manera incierta, porque todo lo que hablan lo han sabido por rumores, de tal manera que la identidad de este personaje permanece oculto tras un velo de misterio que, incluso al final de la historia, con su propia muerte, nos deja sin saber exactamente qué fue lo que le sucedió. Todo esto se aprecia en la portada del libro, de la editorial ERA, en la que aparece una mujer con una banda de censura en los ojos, lo cual es señal de ese misterio del que se ha hablado, además de que, en mi opinión, constituye uno de los encantos del personaje, o bien, uno de los elementos más atrayentes de éste, lo que quizás contribuyó al enamoramiento de Carlos.

El estilo del autor lo constituyen, en esta obra, ciertos elementos, tales como la introducción de diálogos con los dos puntos (:), pero sin señalar explícitamente donde acaban, por eso es un estilo indirecto libre. También la redacción clara y sencilla en oraciones simples, lo cual hace referencia al estilo conversacional y coloquial que distingue a las obras del autor. Un detalle más es que los títulos de los capítulos aparecen referidos en el capítulo en sí.

Finalmente, las temáticas que aborda la novela se resumen en el amor infantil ligado al erotismo y la sensualidad que representa el personaje de Mariana, la crítica a la doble moral de la sociedad mexicana de la época, así como a la hipocresía tanto en el núcleo familiar como en el exterior, crítica también al fanatismo religioso, y subyace, me parece, el tópico del problema de la identidad del mexicano (la otredad), ya que hay una negación de las raíces en algunos personajes.

Únicamente resta decir que esta novela está dirigida totalmente a un lector juvenil, por las temáticas que aborda, pero también constituye una panorámica crítica del México de la década de los 50´s, haciendo énfasis en la desigualdad social sufrida en la época, como un reflejo de lo que ocurre en el país en la vida actual.

Letra de la canción El Rey Criollo

Enrique Guzmán

Hay un hombre

en la ciudad

al que le gusta el rock

toca la guitarra

y bien que sabe cantar

la gente que lo ve

dice que es el mejor

y todos lo conocen como

el rey de rock.

Le dicen ven ven ven

ven que te quiero ver bailar yeah!

le dicen ven ven ven

ahora es tiempo de gozar

Cuando empieza a tocar

la gente empieza a gritar

y tiene un movimiento

que no puedes creer

cuando toca el blues

oh! yo me siento morir

y toda la gente

se comienza a mover

Le dicen ven ven ven

ven que te quiero ver bailar yeah!

le dicen ven ven ven

ahora es tiempo de gozar

Si tu quieres saber

lo que es el rock & roll

solo viendo al rey

lo podras conocer

son muchos los quedicen

que lo saben tocar

el rey no solo toca

sino sabe bailar

Le dicen ven ven ven

ven que te quiero ver bailar yeah!

le dicen ven ven ven

ahora es tiempo de gozar

Cuando empieza a tocar

la gente empieza a gritar

y tiene un movimiento

que no puedes creer

cuando toca el blues

oh! yo me siento morir

y toda la gente

se comienza a mover

Le dicen ven ven ven

ven que te quiero ver bailar yeah!

le dicen ven ven ven

ahora es tiempo de gozar

Le dicen ven ven ven

ahora es tiempo de gozar.


Fotogaleria. Parme.

Reseña de El Rey Criollo

Rey Criollo, medianamente, soy yo.”

Viviana L. Rubio Gómez.

v Parménides García Saldaña.

El Rey Criollo.

Plantea Mexicana, México, 1997. 177pp.

P

arménides García Saldaña nació el 9 de febrero de 1944 y murió en la ciudad de México el 19 de septiembre de 1982. Fue escritor de la denominada literatura de la Onda (y el primero en aceptarlo) entre los años sesenta y setenta. Parménides creaba sus propias leyes y buscaba imponerlas. Gustaba de excesos: rock, drogas, alcohol, sexo, contracultura; todo plasmado en su literatura.

Su obra es poca, pero con ella basta para identificar los aspectos que marcaron la diferencia, una nueva generación de escritores mexicanos: Pasto verde (novela, 1968), El rey criollo (cuantos, 1970), en la ruta de La Onda (ensayo, 1974), melodía (poesía, 1975) y póstumamente EL callejón del blues (cuantos, 1992). A la segunda obra (en realidad la primera de su pluma), el autor la calificó como “su primer orgasmo en la literatura”.

José Agustín, autor de La Tumba, amigo y creador del epílogo de El rey criollo, califica el libro (en especial en cuento del mismo nombre) como “una radiografía de los jóvenes de clase media en los años cincuenta, que se ve la inconsciencia blindada de la pubertad al desbordamiento de la furia primordial de las pandillas juveniles”.

El libro se conforma por once relatos que llevan una correlación, siguen una línea ascendente de vida en cuanto a la edad de los protagonistas (hombres en la mayoría de los casos), así mismo va creciendo el interés por la intensidad y complejidad de cada cuento. Las historias son simples, sin elementos rebuscados, contados de forma lineal por un narrador en tercera persona (excepto dos que son narrador-personaje) totalmente omnisciente puesto que sabe todo y da sus puntos de vista.

Los diálogos dan credibilidad a los personajes por su lenguaje meramente coloquial. Existe uno que otro flash back, como recuerdos; otros flash forward, como deseos. los temas no son deslumbrantes, sino son más bien comunes, pero para Parménides más que lograr una historia trascendente buscaba crear una atmosfera que envuelva al lector y lo transporte a vivir la historia, cosa bien lograda en cada uno de los cuentos, puesto que la sucesión de cuentos permite plantear un tema central: fijación de imágenes de cada situación y personajes, todo se encentra enmarcado gracias a los fragmentos de canciones de The Rolling Stones, traducidas por el mismo Saldaña, así como dedicatorias al final, eliminando la ficcionalización.

Parménides retrata en cada cuento la clase media-alta de México de los años sesenta, jóvenes que solo buscaban divertirse, llenos de excesos de rock, sexo, rebeldía y alcohol. Criticando así, con ironía amarga las conductas inconscientes y prejuicios de la generación d los sesentas.

Cada personaje con su acontecimiento, lleva a la punta del iceberg que es El rey criollo, mostrando a una figura rocanrolera como estandarte de la juventud y libertad, “Parménides sabia que El rey criollo, ahí nomas, no fue Elvis, sino el mismo porque él era Elvis y varios más”.

Hay quienes aseguran prodigiosos a los que viven la vida así, “pero García Saldaña se concretó a escribir: El Rey criollo, medianamente, soy yo’”.

Su Obra:

Pasto verde (novela, 1968)

El rey criollo (cuantos, 1970)

En la ruta de La Onda (ensayo, 1974

Melodía (poesía, 1975)

EL callejón del blues (cuantos, 1992).

El Cuarto. Parménides García Saldaña

De Parménides García Saldaña

Para algunos, Parménides García Saldaña le había entrado duro a las drogas; para otros, sólo era un psiconauta y otros más lo consideraban una máquina con los tornillos flojos, además de que estaba todo el tiempo alcoholizándose o fumando mota y esnifándose hasta los desinfectantes. Un personaje de singularidades extravagantes que, a veces, sustituía la cannabis por la coca, para que el olor de la mariguana no incomodara a la gente del vecindario.

Parménides García Saldaña nació en Orizaba, Veracruz, México, el 9 de febrero de 1944, con infancia de niño limpio y bien alimentado. Poseedor de una inteligencia como de centella, desesperaba o metía en confusiones a quien lo trataba. Un primo suyo cuenta que, en su infancia, en una ocasión, Parménides se extravió en un día de campo: ¿Y Parme? ¿No han visto a Parme? ¿Dónde andará Parme? Llena de mortificación la familia se disparó en su búsqueda. ¿Qué había hecho? Cuando de repente una tía suya apareció con los ojos desorbitados, jalando muy fuerte de una mano al niño y vociferando: “¡Válgame Dios! ¡Mira este chamaco” estaba debajo de una perrita que acababa de parir, chupándole la leche. ¿Pues qué Rómulo y Remo?

Parménides creció en la Colonia Narvarte, una colonia que, según él, era en realidad una colonia medianía, Nopatitlán o Nacolandia. “A final de cuentas -decía- este es un pueblote”.

Hijo de familia clase media, protectora del buen juicio y la moral, Parménides García Saldaña resultaba dentro de ella como un contraste absurdo, una exageración o una ráfaga de pesadilla. Para Ricardo Greene, la familia de Parménides le hizo mucho daño al poeta. Los padres nunca aceptaron que su hijo fuese escritor. Para el papá, un señor adinerado de ideas rojas, Parménides tenía que estudiar, ser algo: contador, abogado, médico, etc., cosa con la que el escritor de Pasto Verde nunca estuvo de acuerdo.

Estudiante de economía y posteriormente de letras inglesas en Louisiana, Estados Unidos, García Saldaña hablaba inglés a la manera de Arthur Miller o de un habitante del Bronx.

Según algunos de sus amigos, Parménides García Saldaña empezó a escribir, en forma, en la adolescencia y a nivel profesional cuando regresó de Estados Unidos y, seducido por los aires de revolución marxista que le pegaron duro a muchos jóvenes de clase media a principios de los años sesenta, se propuso estudiar economía.

Poco después conoció a Emmanuel Carballo quien, cuando leyó los cuentos que escribía, lo alentó y, según el mismo Parménides, le borró de la cabeza el nefasto tono realista-socialista que tenían algunos de los textos.

Hechizado por la música rock, siempre andaba metido en hoyos funkies y aletargado con cubas libres y aguardiente. Parménides era muy dado a los bares, a la música; si podía bailar, bailaba. Aquella era una vida de locura constante y eterna. Todo el día, toda la semana a toda su intensidad. Pasó por rockanroles pesados. Para Alex Lora, el creador de El Tri, el cuate que más influyo en sus inicios fue Parménides García Saldaña.

Cuando su padre lo corrió de su casa, Parménides se fue a vivir a casa de su amigo, el ya desaparecido Gustavo Greene, nativo de la Colonia Narvarte, en donde García Saldaña, además de feliz, se sintió hombre libre. Con los ojos relucientes como el brillante mar, tomaba notas alocadamente con un lápiz sobre todo lo que ocurría en aquel lugar plagado de bohemios que congregaba buena parte de los atributos de cada personaje que conformaba su novela Pasto Verde (1968) , en la que plasma su visión psicodélica del mundo. Vivió meses en la casa de los Greene. Se dormía a las dos de las mañana, se despertaba a las seis; se metía café y cigarros, escribía; luego, ya en la noche, iba a los antros y se metía alcoholes en el estómago. Pasto Verde novela en la que Parménides nos presenta la vida desde el ángulo de la marihuana y la psicodelia, es un texto delirante en el que aparece un personaje caótico y discordante, cuya inclinación fundamental es beber, escuchar música, viajar tanto literal como bajo la influencia de la marihuana (de alguna manera, aquí entra un poco la influencia de Jack Kerouack ) y a inquietarse ante la presencia de chicas lindas. Después de Pasto Verde, Parménides tuvo varias caídas en la cárcel y en manicomios.

Parménides era aficionado a los hoyos (funkies) y a rocanrolear. Y a pesar de que en esos tiempos abundaban los pleitos entre colonias, nunca perteneció a ninguna pandilla. Aunque la entendía a las mil maravillas, a él no le interesaba involucrarse en ese tipo vida agitada.

Según Ricardo Greene, Parménides era un chico poco apreciado por su familia, parentela a la que él tampoco amaba. Pero Greene reflexiona también: “Tal vez Parménides, aunque quería a sus libros y a sus amigos, no se quería ni a sí mismo.”

El Rey Criollo[8], se compone de once narraciones muy bien construidas;, los personajes pertenecen a la clase media mexicana. Todo El Rey Criollo se halla lleno de epígrafes de canciones de amor de los Rolling Stones que el mismo Parménides tradujo y que anteceden a cada relato. La mayor parte está escrita en tercera persona, con lenguaje coloquial y heterogéneos puntos de vista y copiosa dialogación. Las historias se narran en tiempo lineal, salvo algunos flashbacks. El apetito genésico, el “flirteo”, el hastío a lo convencional, ilustran a la narrativa de El Rey Criollo. Encontramos (como sucede también con otros escritores de la onda) el empleo de palabras que son distintas, pero que el autor transcribe como si fueran una sola, es decir, sin dejar espacio entre palabra y palabra que pueden formar un enunciado o una idea.[9]

Tal parece que Parménides se la pasó todo el tiempo disgustado con su familia; ellos hablando de frivolidadades y regañándolo: “Eres un pendejo… Piensa por qué lo eres y procura no serlo. No ves, yo sí tengo trabajo en el despacho tal.” Para Ricardo Greene, Parménides nunca podría haber imitado a sus hermanos: pues eran verdaderamente opuestos.

Cuando el Banco Nacional Cinematográfico lanzó la convocatoria para un concurso cinematográfico, el primer premio lo obtuvieron Carlos Fuentes y Juan Ibáñez (Los caifanes); el segundo, Mario Martini y Salvador Peniche (Ciudad y mundo); y el tercero, Juan Tovar, Ricardo Vinós y Parménides García Saldaña (Pueblo fantasma).

Ricardo Greene recuerda que en una fiesta, de señores ricachones vestidos de frac, Parménides llegó y todo el tiempo se la pasó hablando como el Pato Lucas. Empezaba a hablar con una persona, pero en cuanto Parménides se daba cuenta que la persona ya estaba actuando, se soltaba tocando un violín o emulando a un pato: “Sí, sí: cua, cua, cua…”. Lo que a los otros les causaba tensión. La anfitriona de la fiesta, una señora muy muy rica, sentía una gran admiración por Parménides, lo veía como un muchacho muy talentoso. Como ave entristecida, Parménides repudiaba la fatuidad de la sociedad estereotipada en la que le había tocado vivir y contra la cual de manera airada y pantagruélica se revelaba. Se sabe que en una de esas fiesta de bodas, llena de frases encumbradas, Parménides se encontraba viendo transcurrir las horas como en un mapamundi inacabable, cuando de repente, así como quien suelta un pistoletazo, se trepó a la mesa en la que estaba el pastel de bodas, se bajó el cierre de la bragueta y comenzó a orinar encima del pastel.

A Parménides lo atropella un camión y la vida lo postra en una silla de ruedas por seis meses. Llegó también a tener una apariencia de pepenador e incluso tuvo que vivir en la calle; pero tenía una gran claridad mental y lucidez. No obstante, debido a las actitudes nefastas que adoptaba, sus amigos no querían saber nada de él. Era pesado, era intenso y la gente lo sacaba de quicio. Los comentarios de las personas eran: “Vi al Parme, pero en cuanto lo vi me pinté.” Según Greene la misma Elena Poniatowska, a la cual Parménides en El Rey Criollo llama “mi hada madrina”, acabó corriéndolo; y con toda razón, ya que Parménides llegaba a su casa a visitarla a las tres de la mañana, después de haber andado en bares, antros, hoyos funkies, callejones y de fumar, comer o absorber drogas. Pero eso no sólo se lo hizo a la Poniatowska sino a todos sus amigos que, hartos, le gritaban que ya no les fuera a dar lata, en tanto que él se quejaba de que nadie lo entendía.

Parménides García Saldaña escribe un manifiesto de este movimiento —En la ruta de la onda, 1972—, en el que, sin mayor esfuerzo, pueden espulgarse los elementos definitorios de la dichosa onda: juventud, rock, alcohol, drogas, uso del inglés y del caló, rebeldía, acelere suicida.

A pesar de ser simpático, inteligente y atractivo, era casi imposible que Parménides hubiese sido novio de alguien; el desconcierto en el que mantenía a sus semejantes solamente le brindaba amores efímeros, distantes o arrabaleros, aunque José Agustín decía que Parménides tenía la costumbre de enamorarse de las mujeres de sus amigos. En los setentas, Parménides se sintió feliz de encontrar niñas, como él les llamaba floreras (vestidas con flores), de esas que predican amor y paz. Pero en realidad las encontraba bastante elementales. Ricardo Green cuenta: “Yo iba en la Prepa seis, y recuerdo que una vez Parménides me dijo: ‘Ricardo, en tu Prepa hay un a chava que me fascina’; y yo le pregunté: ‘¿Quién?’ A lo que él contestó: Pues no sé quién sea, pero venía leyendo The black book, de Lawrence Durrell Y además, la leía en inglés. Preséntamela.’ Luego ya me acordé quién era. Y era una niña bien interesante, pero Parménides se enamoró de ella nada más de verla. No creo le hubiese interesado una mujer convencional. Tal vez le habría buscado una mujer intelectual.” El quería una mujer que pudiera entender sus locuras y que las quisiera al mismo tiempo. Pero esa mujer no existía. Buscaba gente genuina, porque él era genuino. Aunque se metiera en problemas.

Huelga decir que, además de Pasto Verde, la obra de García Saldaña la conforman El rey criollo (cuentos, 1970), En la ruta de la onda (ensayo 1972) y Mediodía (poemas 1975), además de haber sido premiado por el Banco Cinematográfico, por la confección del guión para el filme Pueblo fantasma, en el cual trabajó al lado de Juan Tovar.

Algunos dicen que de pulmonía, otros que de un pasón, el caso es que Parménides García Saldaña, el 19 de septiembre de 1982, a los 38 años de edad, murió solo y anémico, en un cuarto de azotea de Polanco y a los diez días de haberse muerto lo encontraron. Y ha resultado ser uno de los locos más lúcidos que hayan existido en nuestros tiempos. Hasta hace algunos años, los García Saldaña no querían tocar el tema de Parménides.

Fotogaleria. Pacheco.

La arena errante